CAVAR es un espacio para fabular modos de habitar la ciudad. Un espacio transversal todavía invisible. Una fisura para dejar pasar, oxigenar y preguntarnos por el destino del territorio y sus evocaciones.

¿Qué vive y sobrevive debajo del cemento?

Traemos al espacio del hacer en común pensamientos, percepciones y deseos del cuerpo en el hábitat urbano para observar las materias orgánicas que sobreviven allí donde prevalece la sobre-construcción. Practicamos el acto de cavar como movimiento primario y observamos aquello que allí se gesta.

¿Qué ecosistema de relaciones se desarrolla espontáneamente alrededor de esta acción?

Buscamos descubrir lo que late debajo; queremos cultivar un gesto colectivo casi imposible en un suelo blindado de asfalto; intentamos compensar los estragos de una vida remota, mediada y regulada.

Después de construir a pico y pala un vacío -en un espacio percibido como vacante- exploraremos en el negativo del pozo como un modo de volver tangible ese espacio invaluable, cruzado por historias, intereses y especulaciones; una manera de preguntarnos por las condiciones de su existencia.

Dice BAAG: “A través de un molde de hormigón se tomará registro de lo invisible y de los procesos de transformación y mutación. Queremos ver las raíces de lo que edificamos, mirar las formas que adquieren los huecos que llenamos. El negativo del pozo de hormigón podrá extraerse y conservarse como una muestra de la situación actual”.


CAVAR es un proyecto que desarrollamos Marina Quesada, Laura Kalauz, Cecilia Blanco y Elina Rodríguez. Generamos colaboraciones transversales y transdisciplinares. Trabajamos con la asesoría de la geóloga Marina Lema y la colaboración de Pío Torroja de M7red. Nos asociamos con el estudio de arquitectura BAAG.